NAVEGAR ENTRE PALABRAS

domingo, 6 de diciembre de 2020

LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN



Recuerdo cuando el día de la madre se celebraba, el ocho de Diciembre, el día de la Concepción.
Mi padre nos llevaba a mis hermanos y a mí a la calle Real, para que escogiéramos un regalo. Solíamos pararnos en Tobaris, un establecimiento lleno de objetos de regalo. Había de todo, colonias, pendientes, paraguas, bolsos, hasta pañuelos. Había objetos para todos los bolsillos. Un año le comprábamos unos pendientes, otro un broche, o una colonia, hoy vintage, Joya, con su tarro tallado, como decía el anuncio para entronizar a la mujer más chic.
Todos aportamos unos diezmos, para la compra del regalo📷, aunque la mayor parte la ponía mi padre.
Ahora el día de la madre lo pasaron para el primer domingo de Mayo. Parece ser que una madre no se puede comparar con la Virgen, ¡faltaba plus!. Eso redactado por las mentes eruditas de la iglesia. Eso si el día del padre sigue siendo el día de San José, parece ser que los hombres son todos unos Santos.
Para mi el día de la madre seguirá siendo el 8 de Diciembre.
Ese día, mi padre preparaba el desayuno para todos, en especial para mi madre. Se lo llevaba en una bandeja con unas flores y el paquete con su regalo. a mi madre siempre le gustaba lo que le regalábamos y nosotros quedábamos felices y satisfechos de hacer feliz a nuestra mamá.
Feliz día de la madre.

EL RENA MI CINE

 

 

 

 Ferrol. No sólo Sol y Playa.: Más cosas que ver!

 

En los años sesenta las ciudades estaban llenas de cines, había uno en cada  barrio de las periferias y en el centro estaba lleno de ellos, tenías donde escoger. En los pueblos también había un cine donde todos los paisanos se reunían ante el cinemascope.

Recuerdo con cariño y nostalgia la primera vez que asistí a una sesión de cine. Fue en el Renacimiento o el Rena (de forma abreviada). Apenas tres o cuatro años tenía cuando mis ojos quedaron atrapados en una inmensa pantalla llena de colores y movimientos. Se proyectaba "La Bella Durmiente". Mis ojos estaban como platos y mis oídos embelesados con la música y los diálogos. Si a todo esto sumamos que la televisión era un artículo inexistente, te podías imaginar el asombro de todos los niños y la expectación que dicho acontecimiento nos producía.

El Rena era el cine de mi barrio, estaba en la calle de arriba, (la calle del Sol)  donde yo vivía y era el cine al que todos los niños de la plaza de Amboage y alrededores íbamos  a la sesión de cuatro, así hasta hacernos adolescentes, después ya íbamos al de seis menos cuarto y  a todos los cines del centro de la ciudad, que eran muchos. El Rena, El Jofre, Cinema, Avenida, Callao, Madrid-París Capitol y otros más que por mi ubicación y los años en los que viví en Ferrol, años sesenta y setenta y cuatro...y alguno más que la mente fue borrando de mi memoria.
En la calle real había un local donde se colgaban todas las carteleras de todos los cines. Los domingos por la mañana pasábamos a ver las películas e incluso podías sacar las entradas. Eran tiempos de paseo por la calle real, de cine, de pasteles y de coches de choque en los cantones, despertando a la vida.

En mi mente conservo mi primera película, recuerdo que nos llevó mi abuela, íbamos mis hermanos y yo, creo que también mi primo Manolito. La pantalla se llenó de colores y dibujos, pajaritos que vestían a una princesa, las hadas madrinas que con una barita mágica conseguían crear sueños, toda una fantasía de ilusión que en mentes infantiles nos tenían atónitos. Para darle más emoción al tema, había una bruja malévola casada con el Rey, una madrastra malvada y déspota que quería deshacerse de la princesa. No podía faltar el príncipe que con un beso hizo que la princesa volviera a la vida, después de haber quedado dormida por un hechizo de la madrastra. Un beso sincero que la devolvió a la vida.
Todas estas historias en unas mentes infantiles eran para que quedaran guardadas para toda la vida. Después de haber vivido semejante subidón estábamos pendientes de poder ir a otro estreno. El siguiente fue 101 dálmatas. Si una me había gustado lo otra no se quedó atrás, todas mis amigas estábamos prendadas de la perrita Reinita, con sus tiernos y lánguidos ojos.

Cuando empecé a crecer mi madre nos daba una paga todos los domingos, este era utilizado una parte para la entrada del cine, y unos caramelos. A la salida íbamos a dar un paseo por la calle Real donde comprábamos algún pastel o íbamos a los coches de choque que ponían en los cantones, también comprábamos churros en la famosa churrería que una familia había instalado en los cantones, "La Bola de Oro". 

Así fuimos pasando de la infancia a la pubertad, llenando nuestra cabeza de conocimientos y experiencias.

Ya de adulta y viviendo en Coruña, nos gustaba ir a los estrenos en el Colón, así cuando llegaban los Óscar teníamos conocimiento de como iban los candidatos. Días de cine y cena o tapeo por la calle de la Estrella, el encuentro con amigos.

Sin duda el cine fue una fuente de conocimiento y fantasía que sigue presente en mi día a día que nace desde la infancia, un día de cine en la sesión infantil en un hermoso cine, llamado Rena situado en la zona de mi barrio, la plaza de Amboage. 

Los años lo fueron desvencijando, como un coloso roto, donde los sueños y los recuerdos se pierden entre sus cenizas. Los niños ahora ya adultos que peinamos canas lo recordamos desde el corazón.



ABRAZANDO LA VIDA



Maravillosos años de acampada en Meirás con la Tosca compañera de aventuras y tan vital.
Recordar tiempos de estío, nos conforta y nos da fuerza para una nueva etapa de la vida.
Cambio de tratamiento, vamos a intentarlo una vez más, saldremos y seguiremos corriendo por la playas de la Frouxeira, saltando Olas🌊🌊🌊 inmensas para regresar una vez más a las doradas arenas de dunas milenarias.
Pasamos de quimioterapia a inmunoterapia, tiempo de esperanza.
😊😊😍