NAVEGAR ENTRE PALABRAS

miércoles, 30 de octubre de 2019

LA TIENDA

La imagen puede contener: una persona, sonriendo, sentada, mesa e interior


 



Transcurrían los años 60 y yo iniciaba la vida con ojos curiosos y sorprendidos. Me gustaba ir de visita a casa de mi tía Chicha, hermana de mi madre, creo que por la forma diferente de comunicarse que había entre las gentes de Recimíl a las de la plaza de Amboage.
Era una gente sencilla que no tenía reparo en contar sus vidas en la tienda del barrio. No presumían de nada y sus vidas eran simples y llenas de calor humano. A mi me encantaba escuchar sus historias con tanta naturalidad como si fuera una obra de teatro. Gente sencilla que lo único que tenían era el día a día, lleno de amor y cariño, sabían disfrutar de los pequeños momentos, momentos especiales donde reinaba la fiesta y la alegría, con sus momentos de penurias. Celebraban cualquier pequeña cosa. Las buenas calificaciones escolares de su hijo o que ayer el marido venía con buen humor . ¡El marido había llegado con buen humor!...algo que a mi me sorprendía y vivía con ellas aquella satisfacción con asombro, intentando llegar a los sentimientos de su mundo interior, de esa facilidad que tenían de comunicarse con todo el barrio, sin reparos.
Era la tienda de Argentína. Una tienda de la época que hacía esquina y tenía unas escaleras hacia abajo de tal forma que los más pequeños podíamos llegar con facilidad al mostrador en su parte más elevada. allí me ponía yo observando a las clientas, sentada en el mostrador con la espalda apoyada a la pared todo un espectáculo en primera fila.
Primero estaba la tienda y a continuación el bar donde los maridos apuraban sus vinos, jugaban partidas y entre tema y tema se oía algún juramento, charlaban del trabajo, o de fútbol, tema muy presente en aquellos tiempos. La tienda-Bar estaba separaba por una puertas batientes como la de los vaqueros. Los hombres entraban y tenían que pasar por todo lo largo de la tienda. Normalmente por la mañana no había clientes  en el bar ya que todos estaban en sus trabajos, a la tarde era cuando se reunían para charlar y jugar.
Las de la plaza de Amboage eran gentes que vivían en un mundo de cuento, donde en la tienda se mezclaban gentes de distintas categorías y el "yo soy más que tu" era el pan nuestro de cada día, un mundo donde reinaban las apariencias. Como si toda la tableta de la Magdalena fuera un gran cuartel. Era tremendo ver como delante de uno hablaban de una manera y veías como a las espaldas le hacían un traje nada más salir por la puerta. Todo el mundo correctamente bien vestido, con vidas ejemplares, estables y maravillosas. Aquí no había problemas, vivíamos en un mundo feliz. Los maridos eran hombres honorables, bien vestidos, con sus sombreros de dandi, sus hijos en buenos colegios y la mayoría, esposas repletas de hijos, tenían doncella para pasear a los más pequeños e incluso gozaban del privilegio de disfrutar de un "repostero" que valía para todo. Recados, limpieza, fregar, recoger y llevar a los niños al colegio, pintar la casa e incluso eran utilizados para levantar una que otra casita de verano.
Los "reposteros" eran jovenes que estaban haciendo la mili y los mandos escogían para uso personal, utilizándolos como chóferes, recadero, o para uso doméstico todo un descaro patriótico.
La tienda de Emilia a la que íbamos en la plaza de Amboage y más tarde de Juanín, su hijo, era de otro formato, aunque también estaba unido tienda y bar, la entrada a ella era independiente, aunque por dentro podías pasar de un lado a otro. Estos bares eran una especie de bodegas con grandes barriles con distintos vinos, unas mesas y las cunquiñas de vino y jarras. Si querías picar algo siempre había donde escoger ya que salía el producto de la tienda, queso aceitunas, jamón, salchichón, etc... En la plaza de Amboage había otra tienda la de Faustino, en donde los niños comprábamos regaliz, soda, caramelos pipas y el chicle may, era tan duro que te quedaban agujetas en la mandíbula.
Mientras en el barrio de Recimil la sra. Manola no podía olvidarse del vino para su marido, blanco castilla o rioja peleón, su olvido era motivo de desquicio y desasosiego en el ámbito familiar. Aquella mujer me dejaba ensimismada y absorta con sus planteamientos familiares. También tenía problemas con su hijo y una hija que según ella no hacía bueno de ella. Siempre estaba azoraba al borde del psiquiátrico, las clientas trataban de consolarla y animarla.
Cuando íbamos de visita a Recimil le preguntaba a mi tía si quería que le fuera a la tienda y ella aunque no quería nada me mandaba por cualquier cosa y yo era feliz. Se sabía cuando me iba pero no cuando llegaba. Yo iba dejando paso a las clientas una a una, incluso la sra. Argentina me preguntaba sino me era tarde y yo nada, allí permanecía absorta en las conversaciones, hasta que mi tía llamaba por tanta demora, y porque ya teníamos que regresar a casa. Entonces allí terminaba el momento mágico donde aprendía lo que era la vida con sus alegrías y sus tristezas.
Había algo común en todas las tiendas de la época, los tenderos tenían una libreta donde iban anotando las compras de las clientas que después pagaban a fin de mes.
Mi Tía no daba rédito y me preguntaba que veía en la tienda para que me causara tanto interés, no sabía que decirle y le devolvía una sonrisa como respuesta😀. mi tía le daba a la cabeza y decía.
-Que raras eres, tus primas nunca quieren ir y tu... sino vas te mueres de pena.
y se partía de risa...
Realmente eran muchas cosas por las que me gustaba ir a casa de mi tía Chicha, también me gustaban las historias de la abuela Sara, que aunque a mi no me tocara ningún parentesco así la llamaba, a ambas así nos gustaba. Me gustaban sus historias y las de su hermana Aurora que yo le llamaba tía. Dos mujeres que habían sufrido los desastres de la guerra civil. La abuela Sara, padecía de agorafobia de vértigos y pesadillas nocturnas por culpa de los bombardeos de Guernica, escaparon con lo puesto para Francia y allí vivieron momentos tremendos con la ocupación nazi. Su marido nunca se supo de Él.
En Recimil aprendí mucho, el blanco y negro de la vida y ese aprendizaje me hizo más cercana a las personas, porque todas tienen sus historias y nadie es quien para juzgar a otra.
Hay que saber escuchar para aprender a ver.
"Historias de Cármelin" por Mari Carmen Freire Romero.
Las fotos no corresponden a las mencionadas tiendas.

miércoles, 16 de octubre de 2019

NIÑA

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Que nadie borre tu sonrisa,
que nadie reprima tu palabra,
que nadie ate tus manos,
que nadie corte tu camino,
que nadie cierre tus ojos,
que nadie tape tus oídos.
Y poder crecer con sabiduría
con la caricia benévola del respeto
haciendo camino, haciendo tu historia
mirando con ojos limpios el futuro
que nadie robe tus sueños
tu fuerza, tu destino, tu palabra.
Que el sol salga cada mañana
que la luna brille en las noches,
que el viento borre los malos momentos,
que el mar te conduzca al puerto de la alegría.
Borre, reprima, ate,
corte, cierre, tape.
Sabiduría, respeto, palabras,
historia, futuro, alegría...
Crecer, camino, brille..
mañana, noche, sueños..
Que nadie borre tu sonrisa
que nadie reprima tu palabra,
que nadie ate tus manos,
que nadie cierre tus ojos,
que nadie tape tus oídos.

miércoles, 9 de octubre de 2019

CORAZONES EN EL CAMINO

La imagen puede contener: una o varias personas y calzado

Otoño en el corazón,
corazones perdidos en el camino,
hojas que pierden su color
verde, dorado y todas las tonalidades ocres
Corazones amigos, fraternales y de pasión
llenos de promesas e ilusiones.
Está el camino lleno de corazones mágicos
que laten entretenidos entre pies descalzos
para caminar juntos, en esta historia
de penas y glorias, caminando, caminando...
perdiendo el aliento lleno de lamentos
y lisonjas, camino lleno de corazones
de sonrisas guardadas en el arca de la vida.
Lágrimas perdidas en la soledad del recodo
atardecer de promesas, unas cumplidas otras olvidadas
para reencontrarse en la serenidad del valle
entre las Hadas y los Duendes
y volar y volar con la libertad que da la palabra cumplida
y reposar por una eternidad rodeado de corazones
de todos los colores...💜🖤💙💚💛🧡❤️

domingo, 6 de octubre de 2019

DORADOS, ROJOS Y VIOLETAS

La imagen puede contener: árbol, exterior, agua y naturaleza


En este otoño perezoso, donde los colores se resisten 
a abandonar su verdor, los ocres, dorados, rojos y violeta 
se mezclan con las rosas blancas de una perdida primavera, 
que se niega a marchar.
Atardecer de colores entre rayos de luz mientras 
recorres el camino de la vida, entre sombras y luces.
En este ocaso de luz las barcas olvidadas en el puerto 
se cubren de hojas de otoño. Esperan las manos firmes 
del marino que las conduzca por el pequeño canal rumbo a otro destino.
Escondidos entre ventanas dormitamos protegidos del frío 

que se avecina, de los días cortos y noches eternas, 
esperando las nuevas aventuras intrépidas del tan esperado verano.
Adiós verdor, hola dorados, rojos y violetas.