NAVEGAR ENTRE PALABRAS

sábado, 24 de noviembre de 2018

GLOBOS













Quiero soldados que su única guerra

sea erradicar la miseria

y su fusil dispare amor.

Quiero barcos repletos de recursos

y de niños donde las lágrimas

sean de alegría e ilusión.


Quiero que los aviones


repartan alimentos y que las guerras 


sean de caramelos, de globos...de amor.


AUTORA: Mari Carmen Freire Romero

viernes, 23 de noviembre de 2018

LOS DELICIOSOS SANTIAGUIÑOS


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Mi padre era un padre de lo más singular que te puedas imaginar. Ahí os dejo una de sus múltiples aventuras que nos dejó a todos los que vivimos a su lado.



Mi padre tenía muchas artes de pesca entre ellas tenía un trasmallo. Esta red está formada por tres paños, la del centro más tupido y las de los lados una malla más abierta y están superpuestas, sus paños son rectangulares. Lleva unas plomadas por la parte de abajo y por la superficie unos corchos. Es un arte artesanal y muy utilizado en la actualidad por los gallegos todo el año, y en especial en verano.
Como siempre que salíamos a navegar, mi padre unas veces nos llevaba a pescar panchitos, otras veces calamares, y en otras ocasiones nos enseñaba el arte de la pesca con el trasmallo. Lo íbamos a largar cuando empezaba a subir la marea y cuando ya regresábamos pasábamos por el lugar e izábamos la red entre todos.
Una de esas veces venían con nosotros unos amigos y vecinos que vivían en la casa de al lado, un matrimonio que tenían un hijo que iba al colegio con mis hermanos. Cuando mi padre empezó a izar el aparejo entre las capturas venían pintos, maragotas, chocos, centollas, rayas, melgachos, fanecas y entre todos ellos aparecían los santiaguiños. Entonces se montaba el belén como en muchas ocasiones, y entre improperios, mi padre los machacaba con un tolete, quejándose de que le rompían el trasmallo, les decía de todo menos bonitos.
-Pero Pedro ¿qué haces?, le dijeron los vecinos.
-Estos bichos me destrozan el aparejo- contestó mi padre.
-¿Pero tú sabes lo que cuestan estos santiaguiños en Madrid?, le dijeron.
Mi padre se quedó asombrado.
-Y ellos prosiguieron diciéndole que en Madrid y en Coruña los pagabas a 3000 pesetas el kg.
-Mi padre seguía enfadado con aquellos monstruos como él les llamaba que no hacían otra cosa que romperle las redes.
Cosas de mi padre.
Esas cosas a mi me dejaban confusa porque no comprendía como una persona metida en el mar toda la vida no supiera del valor de este marisco.
Tal fue la sorpresa de todos que quedamos en ir un día a pescarlos y hacer una mariscada y os puedo decir, y los que los comisteis ya sabéis de que os hablo. Que es su sabor único y exquisito. En la actualidad están en veda dada su agresiva pesca, y están en extinción y sólo se puede pescar en los meses de julio y agosto.
Al final se pescaron los exquisitos santiaguiños y entre todos degustamos tan excepcional marisco. Manjar de dioses, doy fe.
Pero por disculpar a mi padre y su ignorancia gastronómica, la Real Academia ni lo menciona lo mismo que los grandes cronistas de la cocina.
Incluso el gran Álvaro Cunqueiro llegó a referirse a los santiaguiños como un marisco menudo, insípido y seco.
Evidentemente Don Álvaro no comió los santiaguiños como se deben hacer.
El crítico Ramón Martín Mateo, lo coloca por encima del percebe. .
Esta no es más que una de las múltiples aventuras vividas con mi padre por la ría de Ferrol.