NAVEGAR ENTRE PALABRAS

sábado, 29 de diciembre de 2018

MANUEL COMELLAS COÍMBRA


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       ARTICULO

De paseo por Ferrol camino del mercado de la Magdalena entre la calle Real y la Magdalena, nos sale al paso una placa dedicada a un personaje. Maestro, poeta, literato, articulista, periodista, tertuliano, botánico y un impulsor del Rexurdimiento, siendo una figura menor.  Fue  profesor de tres generaciones Ferrolanas  y dio clases a dos personajes de ideologías totalmente distintas a Francisco Franco y a Ricardo Carvalho Calero. Formó parte como miembro fundador y director del Correo Galleo y también fue cofundador del colegio Comellas donde impartió clases.
Gran parte de su fortuna la donó a la Real Academia Gallega, amante de la lengua Gallega fue un gran defensor de ella.
Natural de Mandiá, Ferrol, nació en 1853 y murió en 1925
Escribió poemas que no fueron editados en libros, también escribió  ensayos y obras teatrales publicadas en 1920 y no volvieron a editarse.

Las ciudades conservan placas en las que nos recuerdan los personajes más relevantes de la ciudad, por eso es conveniente hacer un repaso visual en nuestro caminar entre edificios emblemáticos, escaparates y viandantes. La historia de sus gentes se reflejan en placas y estatuas. 

AUTORA: Mari Carmen Freire Romero



viernes, 28 de diciembre de 2018

LA IMAGINACIÓN


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No perdáis la ilusión de la vida
viajar con la imaginación
quiero regresar al mar 
para sumergirme entre los corales
 flotar entre mares
 y jugar con las puntillas de las olas.

AUTORA: Mari Carmen Freire Romero

jueves, 13 de diciembre de 2018

LA MATANZA




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RELATO





Sucedió en verano en una aldea llamada Meirás. La familia de Marcelino tenía una hermosa cerda que le daba una media de veinte lechones cada vez que paría. 

Una mañana la Sr. Maruja amaneció sentada delante del umbral de la puerta de la casa y la cuadra donde compartían habitáculo cerda y burro. Sus gritos, llantos y expresiones eran toda una representación del dolor. Tenía yo apenas cinco años. Pensé que alguna cosa horrible había pasado o algún miembro de la familia había muerto. No estaba equivocada, la cerda era el sustento para el invierno y era querida con adoración proporcionando durante su engorde toda clase de cariños y agasajos culinarios.

Las manifestaciones de duelo no se hicieron esperar y por allí pasó gran parte del pueblo, dando el pésame a la familia.
Aquel verano mis padres habían alquilado una pequeña casa contigua a la de Marcelino y Maruja y los momentos vividos me abrieron los ojos, a la vida sencilla de los pueblos, donde los juegos se traducen en trabajo y las vacaciones no pasaban de los grandes momentos vividos en las fiestas del patrón, entre bailes y comilonas.


Pasados los años, seguimos pasando nuestros veranos en aquella casa. Llegó el día de la patrona del pueblo e hicieron una fiesta. Unos días antes sacrificaron a una hermosa cerda. ¡cuan fue mi sorpresa!, aquella cerda, hermosa y amada iba a formar parte del banquete de todos sus invitados y de la comida del próximo invierno. Paradojas de la vida.
Formar parte de la cadena alimenticia no es nada bueno.


Lo que más nos dejaba aterrorizados a mis hermanos y a mi eran los gritos de terror que los pobres cerdos, amados y queridos, proferían, ante la impasividad se sus verdugos. Yo estaba aterrorizada.
Ante la cara de terror que sus moradores me vieron, empezaron las bromas y las risas hacia mi persona. Uno de sus miembros que estaba haciendo chorizos con la tripa de su amado cerdo, cogió un puñado de carne y me la metió en la boca a la fuerza...todavía estaba caliente.


Aún no levanté cabeza y desde aquella nunca más entré a formar parte de aquel aquelarre. Solo pasados los años ya siendo mozos, nos volvieron a invitar y comimos con ellos, mi hermano  se cogió el pedal más grande de su vida con el famoso licor-café. Mucho tiempo pasó sin que pudiera ver la botella del famoso licor café. Una auténtica bomba contra el cerebro y demás órganos. Aquellos años ya siendo mozos pasábamos el verano de acampada en la playa del Río, en una hermosa tienda que tenía dos habitaciones, cocina, salón y terraza todo un lujo de inolvidables veranos al sol. 


Nuevamente ya casada y viviendo en el pueblo de Cereixo, en la casa de los vecinos seguían practicando aquella matanza, era tremendo los gritos del animal que como un eco se escuchaba por todo el bosque. Era una gente humilde y tímida que vivían de la labranza y sus animales. No gastaban en nada superfluo hasta la ropa era raída y vieja. Mis hijas que por aquel entonces eran unos bebés que curioseaban con su pequeño caballo de aventuras, entraban por la puerta de atrás de sus estancias y ellos muy tímidamente les decían,----<Vaites-Vaites>----Con el tiempo aquellos vecinos quedaron por llamarse los Vaites-Vaites y así cada vez que pasaban por delante de nuestra casa las niñas al unísono y de forma insistente los perseguían por toda la finca gritando la famosa palabra. ¡VAITES-VAITES!.


AUTORA: Mari Carmen Freire Romero 



sábado, 8 de diciembre de 2018

FERROL SI TIENE FUTURO.

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ARTÍCULO

El primer puerto que tuvo Ferrol fue un humilde pantalán dedicado a la pesca y al marisqueo ya en el siglo XVIII con la Ilustración y con la llegada de los astilleros y la armada Ferrol y su puerto sufre una transformación, pero su gran cambio, se produce en el siglo XX tanto físico como administrativo. Tras siglos de esplendor militar poco a poco el puerto civil va tomando fuerza, hasta llegar a la actualidad con un segundo puerto el puerto exterior siendo ambos puertos los que formarán parte del futuro de Ferrol. 
Los puertos son la primera fuente económica y más importante de la ciudad que lo tiene.
Los puertos generan riqueza y empleo de ahí el interés de toda ciudad costera por perfeccionar y agrandar sus puertos, para ello se requiere de una infraestructura y de un buen sistema de trasporte para las mercancías. 
Esperemos que los gobiernos no se olviden de una ciudad cansada de perder.


AUTORA:  Mari Carmen Freire Romero

LAS MENINAS



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ARTÍCULO

Las meninas nacen de un movimiento cultural en protesta por la destrucción de un mural de Jorge Cabezas allá por el 2008.
Dicho movimiento fue promovido por el pintor Eduardo Hermida ayudado por su hija, en protesta dibujaron una menina en una paré desconchada. A Partir de ahí dicho movimiento fue apoyado por el propio ayuntamiento de Ferrol y numerosos artistas, trascendiendo al ámbito internacional.
Canido es un barrio que sufre de un abandono pese a la lucha de sus habitantes y de una constante perdida de vecinos. Es un barrio colindante al de la Magdalena.
Este año se cumplieron diez años de su origen y para ello vinieron dos grandes muralistas de nivel internacional, Lily Brik y Shfin.
Una idea que engrandece al barrio y a sus gentes. Enhorabuena y que siga el arte.


AUTORA: Mari Carmen Freire Romero



sábado, 24 de noviembre de 2018

GLOBOS













Quiero soldados que su única guerra

sea erradicar la miseria

y su fusil dispare amor.

Quiero barcos repletos de recursos

y de niños donde las lágrimas

sean de alegría e ilusión.


Quiero que los aviones


repartan alimentos y que las guerras 


sean de caramelos, de globos...de amor.


AUTORA: Mari Carmen Freire Romero

viernes, 23 de noviembre de 2018

LOS DELICIOSOS SANTIAGUIÑOS


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Mi padre era un padre de lo más singular que te puedas imaginar. Ahí os dejo una de sus múltiples aventuras que nos dejó a todos los que vivimos a su lado.



Mi padre tenía muchas artes de pesca entre ellas tenía un trasmallo. Esta red está formada por tres paños, la del centro más tupido y las de los lados una malla más abierta y están superpuestas, sus paños son rectangulares. Lleva unas plomadas por la parte de abajo y por la superficie unos corchos. Es un arte artesanal y muy utilizado en la actualidad por los gallegos todo el año, y en especial en verano.
Como siempre que salíamos a navegar, mi padre unas veces nos llevaba a pescar panchitos, otras veces calamares, y en otras ocasiones nos enseñaba el arte de la pesca con el trasmallo. Lo íbamos a largar cuando empezaba a subir la marea y cuando ya regresábamos pasábamos por el lugar e izábamos la red entre todos.
Una de esas veces venían con nosotros unos amigos y vecinos que vivían en la casa de al lado, un matrimonio que tenían un hijo que iba al colegio con mis hermanos. Cuando mi padre empezó a izar el aparejo entre las capturas venían pintos, maragotas, chocos, centollas, rayas, melgachos, fanecas y entre todos ellos aparecían los santiaguiños. Entonces se montaba el belén como en muchas ocasiones, y entre improperios, mi padre los machacaba con un tolete, quejándose de que le rompían el trasmallo, les decía de todo menos bonitos.
-Pero Pedro ¿qué haces?, le dijeron los vecinos.
-Estos bichos me destrozan el aparejo- contestó mi padre.
-¿Pero tú sabes lo que cuestan estos santiaguiños en Madrid?, le dijeron.
Mi padre se quedó asombrado.
-Y ellos prosiguieron diciéndole que en Madrid y en Coruña los pagabas a 3000 pesetas el kg.
-Mi padre seguía enfadado con aquellos monstruos como él les llamaba que no hacían otra cosa que romperle las redes.
Cosas de mi padre.
Esas cosas a mi me dejaban confusa porque no comprendía como una persona metida en el mar toda la vida no supiera del valor de este marisco.
Tal fue la sorpresa de todos que quedamos en ir un día a pescarlos y hacer una mariscada y os puedo decir, y los que los comisteis ya sabéis de que os hablo. Que es su sabor único y exquisito. En la actualidad están en veda dada su agresiva pesca, y están en extinción y sólo se puede pescar en los meses de julio y agosto.
Al final se pescaron los exquisitos santiaguiños y entre todos degustamos tan excepcional marisco. Manjar de dioses, doy fe.
Pero por disculpar a mi padre y su ignorancia gastronómica, la Real Academia ni lo menciona lo mismo que los grandes cronistas de la cocina.
Incluso el gran Álvaro Cunqueiro llegó a referirse a los santiaguiños como un marisco menudo, insípido y seco.
Evidentemente Don Álvaro no comió los santiaguiños como se deben hacer.
El crítico Ramón Martín Mateo, lo coloca por encima del percebe. .
Esta no es más que una de las múltiples aventuras vividas con mi padre por la ría de Ferrol.






domingo, 28 de octubre de 2018

EL SILENCIO DE LAS SOMBRAS


Se han encerrado los tiempos
 de la verdad,
y entre ventanas
se trasluce todo el silencio
todas las utopías cerradas entre
intrigas intencionadas.
Alguien intentará gritar la verdad
mientras los psicópatas
continúan su demencia en el silencio
de las sombras.
Ya llegó el frío y el viento
  seguiremos
esperando la luz de el Faro 
que nos alumbre en la penumbra,
que brillen los colores
que el sol acaricie los campos.






lunes, 8 de octubre de 2018

VIENTOS DE OTOÑO

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Llegó despacio sin sorpresas
haciendo alfombra de colores
el otoño se hace caprichoso
y nos envuelve en nostalgias.
Se van los amigos
y llegan los vientos de otoño
con sus dorados, rojos y marrones
para darle color a los grises.
Adiós calores que empolvan
el cuerpo de cuentos y amores
de aventuras dejando historia.
Está fría la mañana
y el alma se estremece
rompiendo la rutina de la vida
rezumando el bosque de olores
y trinos lejanos, adiós
amigos del bosque encantado...
esperaremos otra canícula
que nos rompa los corazones.
Mientras la estrella del norte
nos alumbra en la noche estrellada
con guiños pícaros y juguetones.

miércoles, 3 de octubre de 2018

EL MARINO

 
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El mar plácido con una brisa
que acaricia la vela,
nos conduce hacia puerto. 
Atrás quedan las aventuras
de viajes intrépidos,
ahora en la quietud de los años
el marino serpentea los mares de la ría...

martes, 25 de septiembre de 2018

RELATO: LA NIEBLA

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RELATO

La ría de Ferrol como dicen los Ingleses si ellos la tuvieran le harían un puente de Plata. Está protegida en su bocana por los castillos de San Cristóbal, San Martín, La Palma y San Felipe. Cuatro fortificaciones que hacen de la ría un rincón inescrutable, en aquellos años. Hoy son una joya a 
conservar.

La ría está llena de pequeñas calas y pueblos costeros que en su tiempo, cuando no había tantos coches o ninguno se comunicaba por mar a través de pequeñas embarcaciones llamabas lanchas.

Pero vamos a nuestra nueva aventura
El domingo era apacible y hermoso lleno de luz, aunque no era tiempo de playa.  Las aguas estaban realmente frescas pero aún así las navegaciones por la ría de Ferrol a distintos puntos de su costa era una constante. Como día festivo y domingo primero íbamos a misa, la iglesia la teníamos al lado de casa, la iglesia de la Merced del colegio  del Tirso de Molina. A continuación íbamos a casa a recoger todas las bolsas con comida, bebida, ropa, juegos para pasar un día con nuevas aventuras.



Esta vez nos dirigimos a Barallobre un puerto al otro lado de la ría de Ferrol muy próximo a Perlío y a los astilleros, hoy llamados Navantia. El día era despejado y con una temperatura suave y agradable, con el constante repiquetear del motor con una música constante que inundaba toda la soledad de la ría. En aquella época apenas había barcos de recreo, por no decir ninguno, nosotros teníamos suerte porque la familia de mi padre eran constructores de barcos en la ría de Muros y la pasión por el mar era una especie de obsesión. Los festivos las gentes del mar lo tenían de descanso y no había nadie navegando excepto las lanchas que trasportaban viajeros a los distintos puertos de los márgenes de la ría. Perlío, La Gándara, Mugardos, La Cabana, San Felipe y La Palma. Había un trasiego constante de navegación desde la estación marítima a los distintos puertos.

 Al llegar a la ensenada de Barallobre mi padre fondeó el barco y con la chalana nos dirigimos a tierra firme. Allí el día transcurrió entre diversiones, exploraciones y juegos. Había tiempo para todo, incluso para sestear un poco después de la comida aunque para nosotros intranquilos e intrépidos era misión imposible. 


La Marea


El día fue transcurriendo apacible y lleno de diversión pero de repente mi padre empezó a preocuparse porque la marea había bajado poderosamente y el Marisol  había quedado tumbado de un costado abatido a su suerte, lo que todo el mundo conoce por quedar varado.  Entonces empezó a hacer cuentas para controlar la subida y la puesta a flote del barco. Mientras tanto nosotros nos metíamos en el lodazar que había quedado, quedando hundidos hasta las rodillas y más. Eso no era muy prudente ya que me clavé un pincho u objeto no identificado  en la planta del pié y aún hoy en día con los cambios de tiempo, siento pinchazos. Debí de pincharme en algún tendón porque estuve coja algún tiempo.


Las Luces


El tiempo fue pasando y llegó la noche cuando al final el Marisol se puso a flote desperezándose con un suave cabeceo. Yo pensé que el agua entraría por todo el barco, pero no fue así. Al frente se veían las luces del puerto de Ferrol, que era nuestra guía, “las luces”. Una vez, todos a bordo, el Marisol empezó su navegación con su música  singular,  al poco tiempo  en la lejanía vimos como una niebla espesa se deslizaba como un manto negro, ya no se veía nada, una niebla espesa cubría toda la ría quedando la embarcación inmersa en una oscuridad absoluta, no nos veíamos de unos a otros.


Mi Madre


 -¡Ay Pedriño vamos a morir!-



Y la verdad no estaba descaminada. Habíamos perdido la referencia de las luces del puerto y en su lugar y para más sorpresa el motor de una embarcación nos venía al paso pero en sentido opuesto y de pronto el silbato de la lancha que iba a Perlío empezó a sonar. Habían escuchado nuestro motor y aminorado la marcha.



La voz del patrón sonó en la oscuridad---


-¡Ah del barco!

---Mi padre contestó---

-Aquí el Marisol.

- La única herramienta que teníamos era una campana que íbamos tocando continuamente ya que el barco por tener no tenía ni chalecos salvavidas, ni fonía ni plotter, no teníamos nada pero lo que si teníamos era un miedo jamás superado, bueno solo una vez pasado el tiempo y con una neumática, y ya casada en Coruña, teníamos una neumática con un motor de 15 cv. Se nos ocurrió ir a ver las traineras de El Teresa Herrera que se disputan en la ensenada de Riazor. También nos cogió la niebla y pasé un miedo tremendo. Las alucinaciones con las distancias son tremendas, se acercan y se alejan como en una borrachera, encima la torre de Hércules sonaba poderosamente, anunciándonos su posición. Pasamos entre las piedras de la vaca y el buey entre la espuma de las olas y en un milagro de orientación a ciegas aparecimos en la orilla del Riazor y allí sentimos la salvación-


. Pero vamos a lo que nos aconteció en aquel domingo de niebla de regreso a puerto, el patrón de la lancha debió escuchar la campana y también aminoró la marcha.



Mi padre sin apagar el motor, mantuvo su posición, escudriñando entre la niebla alguna señal de alerta, así logró ver en un atisbo las luces de posición de la lancha, situando la verde con la verde. Cuando pasamos a escasos metros, el patrón le confirmó la posición y que siguiéramos todo avante o bien si queríamos que nos remolcara. Mi padre decidió seguir y a los pocos minutos unas débiles luces aparecieron en el horizonte.

 Como en las películas de la sesión de 4 del Rena, cuando llegaba el séptimo de caballería,  al unísono empezamos a aplaudir. Entramos en una relajación y nos abrazamos al calor de las luces del puerto de Curruxeiras que nos recibieron entre guiños.

Navegar con mi padre siempre era una aventura ardua de predecir…

viernes, 7 de septiembre de 2018

RELATO: ACAMPADA EN CHANTEIRO



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Habían llegado las vacaciones de verano y nuestros padres habían decidido pasar el San Juan de acampada en la playa de Chanteiro. Solíamos ir muchas veces a esa playa, era un placer disfrutar de sus aguas aunque cuando había mar de fondo las olas eran considerables. Pero resultaban tranquilas porque aunque hubiera mar de fondo el mar nunca te arrastraba te devolvía a la playa y eso para los padres era una tranquilidad, aunque sin quitarnos la vista cuando estábamos en el agua. También tenía un pequeño riachuelo por el margen izquierdo donde podíamos jugar los más pequeños sin ningún problema y para que todo fuera perfecto un hermoso campo donde se podía acampar, con un manantial donde las libélulas de múltiples colores inundaban el espacio aéreo. Era una especie de jardín del edén, entre flores silvestres y una quietud celestial.

Cada familia llevaría su tienda y enseres necesarios y se portarían en el Marisol, unos irían en el barco y el resto iría hasta el castillo de la Palma en lancha y después caminarían por el pequeño y estrecho camino que bordea los acantilados hasta llegar a las baterías abandonadas por el ejército y continuar hasta llegar a la playa de Chanteiro entre los cabos de Segaño y Coitelada. 

Ese año el San Juan coincidía en sábado así que el viernes los preparativos tenían que estar dispuestos. Íbamos cuatro familias y un total de 19 miembros. Se zarparía la mañana de sábado para que diera tiempo a colocar las tiendas de campaña y recoger leña para hacer la hoguera. Nosotros éramos la familia más numerosa con lo que mi padre se había agenciado una tienda del ejército que utilizamos después, muchas veces . Para mis hermanos y para mi fue nuestra primera acampada. Entre la navegación por la ría de Ferrol y las acampadas vivíamos en una aventura llena de historias y libertad en un espacio limpio de contaminación. Lo que siempre escuchábamos fuera laboral o festivo eran las explosiones de las cantera, que años después ya viviendo en Coruña, me enteré que era una que había en Lavamou, en el monte de San Pedro, hoy un hermoso mirador. 

Ya estaba todo dispuesto y nos dirigimos al puerto muy temprano cargados con los enseres y empezaron a llegar los demás miembros depositando los bártulos en el muelle para embarcarlos en el Marisol. Ya todo listo unos se fueron a la lancha y otros nos embarcamos rumbo a alta mar. Era la primera vez que salíamos de la ría y le dábamos la vuelta al cabo y eso me producía un tanto de temor o respeto. El mar siempre era impredecible. La sensación de salir a alta mar fue impresionante unas olas largas e interminables daba la sensación de la inmensidad del océano. Una experiencia inolvidable que quedará en la mente para siempre. Salir por la bocana de la ría entre los acantilados en la pequeña embarcación nos hacía pequeños e indefensos. 

El desembarque fue un poco más complicado ya que ese día rompían las olas y llegar hasta la orilla era cuestión de cálculo y pericia. No sé como hacía mi padre pero siempre nos ponía al borde del colapso con sus intrépidas maniobras. Primero fondeó el Marisol y abarloó el bote para empezar el desembarco. En principio fuimos varios con alguno de los enseres para así ir ayudando a los otros que tenían menos movilidad y a su vez ir subiendo todo hasta el campo. Había que prestar atención a las olas rompientes para que no se colaran por la popa y así mojarnos enteros. Observábamos las olas y a partir de la más fuerte mi padre en un esfuerzo de remero lograba sortear las olas y depositarnos en la orilla, con la misma todos saltábamos a la arena y en el menor tiempo posible desembarcábamos todo el material. Así todas las veces hasta dejar el barco vacío. 

El Barco quedaba fondeado a resguardo de las olas para que no encallara contra las rocas. Una vez instalados se organizó la hoguera y la fiesta de San Juan comenzó entre sardinas, pan de brona, cantos y risas y como no, la famosa queimada con su conjuro y ya agotados y de remate el himno Gallego. Todo un aquelarre.

sábado, 1 de septiembre de 2018

A MI PRIMA MERCHI







A mi prima Merchi
Somos eso un soplo, nos vamos como agua que se desliza por el río hacia otros puertos. Aún ayer jugábamos con el rizo de las olas en las playas imaginarias de nuestras infantiles historias. ¡Tantos recuerdos infantiles! y después fuimos creciendo y nos hicimos mayores, nos olvidamos y el tiempo nos reencontró con un giro de viento.
Pero la vida es eso, un momento que de repente se desvanece y nos quedamos en un vacío de sorpresa antes de terminar nuestra historia.
Te fuiste en un suspiro adiós prima siempre en mi corazón. 












domingo, 12 de agosto de 2018

RELATO: DOMINGO DE TEMPORAL



En primavera o finales de verano embarcábamos en el  Marisol para pasar un día de navegación por la hermosa ría de Ferrol. Una ría llena de calas y riqueza.  Fueras a donde fueras había vida, erizos, minchas, berberechos, almejas, mejillones, ostras, camarones, nécoras, zamburiñas, vieiras, lapas…etc. Un sin fin de riqueza sin apenas moverte del entorno elegido. Solíamos ir mucho en aquel tiempo a San Felipe y caminar hasta llegar a una tienda, posada y casa de comidas que era regentada por la familia Cascallar. Mis padres se llevaban muy bien con ellos y en alguna ocasión ya habíamos dormido allí. Tenían una terraza con una parra, donde la gente se relajaba y comía los platos caseros hechos con cariño y esmero, los callos eran la estrella y la carne asada. También tenían una sala adornada con redes y boyas marinas,  y en su centro había un hermoso balandro donde los niños podíamos subir e imaginar aventuras de piratas y mares lejanos. También podías comprar en la tienda pese a ser domingo. Cascallar tenía tres hijas no había tenido hijos y eso le disgustaba porque le hubiera gustado que su hijo heredara sus habilidades marinas. Eran otros tiempos.
Aquel domingo el tiempo estaba soleado con una suave brisa y como siempre trascurría el día disfrutando del entorno y la navegación, descubriendo nuevos rincones. Al llegar la tarde desembarcamos y fuimos a merendar a Cascallar y de repente  el tiempo empezó a cambiar y unos nubarrones negros empezaron a cubrir los cielos desde el nordes. Apuramos la recogida y partimos hacia el barco no sin antes ser avisados por Cascallar y la imprudencia de zarpar en aquellas condiciones y con toda la familia, abuela y bebé incluidos. Mi padre aseguró que nos daba tiempo a llegar a puerto sin problemas zarpando a la aventura.
El barco tenía un tambucho en la proa, dos pañoles  uno a proa y otro a popa, y entre los dos pañoles estaba la cabina del motor, con unas barandillas a babor y a estribor. El timón estaba en la popa y era de caña. Zarpamos del muelle de San Felipe y enfilamos rumbo a Corrulleiras. Navegamos a buen ritmo con un mar relativamente tranquilo. Habíamos pasado el muelle nuevo, la cetaria y una pequeña cantera y nos introducimos en la ensenada que hay entre Mugardos y la Graña, una especie de golfo en medio de la ría. En segundos la embarcación empezó a recibir golpes de mar por proa y seguidamente de forma repentina por ambas amuras. Nos encontramos en medio de un infierno. Por momentos todo empezó a cambiar, el viento en forma de remolino sacudía la embarcación como si estuviéramos en una olla de agua hirviendo, era una especie de galerna. Mi padre soltó la caña y se la pasó a mi hermano el mayor, (por aquel entonces tendría 12 años) a mi otro hermano y a mí nos dijo que nos metiéramos en el tambucho de proa y que nos cerráramos, así hicimos. El bebé iba en su cochecito introducido en el pañol de proa, así que mi padre tuvo que permanecer sujetando el coche y dando órdenes de las maniobras para sortear las olas que de forma imprevista nos azotaban de babor a estribor y de proa a popa en una locura próxima al naufragio. Al permanecer a oscuras y sin visibilidad de lo que acontecía, y soportar los bandazos de las olas contra el casco, escuchar los gritos de mi padre dando las órdenes de las maniobras, a mi madre suplicar y a mi abuela llorando, a mi en mi corta edad solo me quedaba rezar o lo que es lo mismo, pedir un milagro. Tengo que felicitar la firmeza de mi hermano ante la caña y su valor, sorteando las olas con su infantil fuerza y  maestría a las órdenes de mi padre. Yo de vez en cuando le decía a mi otro hermano que mirara para ver por dónde íbamos o cuanto faltaba, pero cada vez que abría el pañol nos caía una ola y nos dejaba empapados de arriba abajo. El tiempo de la llegada a puerto se nos hacía eterno por no decir imposible. El resto de los tripulantes estaban empapados menos el bebé.
Poco a poco los bandazos fueron disminuyendo y ya próximos al muelle mi padre advirtió a mi hermano que se abriera a estribor dejando la boya a babor. Mi hermano y yo asomamos las cabezas para percibir si estábamos ya a salvo y como niños nos abrazamos y nos pusimos a llorar. En aquella época los barcos que navegaban por la bahía carecían de VHF ni de ningún método de fonía o radio, tampoco existían los móviles así que la aventura fue total.
Enfilando el muelle vimos como un montón de gente nos miraba y al unísono elevaron sus voces entre palabras de alegría y sorpresa. Entre toda aquella algarabía había también una pareja de la guardia civil. Antes de fondear saludaron a mi padre y le preguntaron si estábamos todos bien. Mi padre afirmó que si y en silencio fue haciendo la maniobra de amarre y desembarco ayudado en esta ocasión por los guardia civiles. Ya todos en el muelle firme los agentes llamaron a mi padre aparte y según nos contó le echaron una buena bronca por imprudente y que ya estaban preparando el salvamento dado que les había extrañado la falta del Marisol en su punto de amarre y las noticias que circulaban de que había zarpado con toda la familia. No le metieron multa alguna porque en Ferrol en aquellos años todos nos conocíamos y más a mi padre en el puerto ya que tuvo embarcación desde que nació, porque su padre, (mi abuelo) tenía la misma pasión, la navegación.

 Agotados y asustados emprendimos el regreso a casa entre las calles del puerto, subiendo por la calle San Francisco, empapados de mar por dentro y por fuera hasta llegar a la plaza de Amboage y ya en casa un baño de agua caliente, la cena reconstituyente y a dormir en un profundo sueño de recuperación física y mental.

viernes, 20 de julio de 2018

RELATO: MARES DE ARDORA











En la ria de Ferrol en las noches de verano había noches de luna llena en las que parecía que ardía el mar, la ardora le llamaba mi padre. Es un fenómeno muy curioso, parecía que el mar ardiera iluminándose con un color brillante. El fenómeno producido por un ser tan diminuto como una bacteria, es la responsable de este hermoso fenómeno debido a su bioluminiscencia ( luz producida por organismos vivos). Esta bacteria está asociada a las microalgas de plancton y de ahí los fenómenos de mares de ardora 
Era suficiente meter una mano y moverla de un lado para otro para que se extendiera una estera luminosa en el mar. Eran noches de luna con un mar en calma total, sin viento rodeados de la luz reflejada en la inmensidad de la ria.
En una noche como estas mi padre fondeaba el Marisol a la proa de unos barcos pertenecientes a Onassis que estaban abarloados al puerto de Ferrol.
En esta ocasión nos daba unos corchos con sedal y poteras, este arte de pesca no requiere de carnada, solo de una técnica, como mi padre era ducho en los caladeros y fondos de la ría, pues ya le venía de herencia de su padre. Mi abuelo también era un trabajador de Bazan, e hijo del fundador de los astilleros de Muros, el arte de la navegación está presente en muchos de sus herederos, mi abuelo tenía una goleta, en la que mi padre aprendió a navegar y las artes de la pesca. Ganó regatas con su barco, un hombre atlético y lleno de fuerza y vida.
Nos decía.: largar la potera al fondo y subir cinco brazas y como con los panchitos al notar movimiento, dar un seco tirón y mano de santo tal-cual, hecho y calamar encanchado a la potera y así sin parar hasta conseguir la cantidad deseada. Como siempre al llegar a casa, de cena los ricos y crujientes calamares fritos después de una agotadora jornada de aventuras, juegos y experiencias inolvidables.










sábado, 30 de junio de 2018

EL DEVENIR





Imagen relacionada


Pasos unidos en el tiempo,
pasos de antes, de ahora,
pasos en la distancia.
Apoyándose, abrazados
con el cariño con el amor
que se hace grande.
Una imagen que representa
toda una vida,
de juegos, de aventura,
de trabajo, de alegrías y tristezas,
el camino de la vida.
Detrás quedan las horas
y el presente se hace poesía
en esta imagen que se funde
en un abrazo eterno de amor,
de amigo, compañero, amante...

jueves, 28 de junio de 2018

RELATO.: EL BOTE, LA BOCANA Y LOS PANCHITOS

                                                Castillo de San Felipe en la ría de Ferrol







En los días de verano, mis padres nos llevaban al puerto de Ferrol, Curruxeiras, allí mi padre con habilidad de marino hacía las maniobras pertinentes para que todos pudiéramos disfrutar de la nueva aventura.

Desde el noray del puerto con destreza desataba cabos y acercaba el bote (auxiliar) para poder embarcar en el Marisol, el barco permanecía fondeado y amarrado a puerto. Mantener el barco de esa forma era tarea ardua trabajosa ya que las mareas obligaba a mi padre a ir a toda prisa a comprobar el estado de las amaras, sobre todo ante un temporal. Ahora gozamos de hermosos pantalanes que nos facilitan los embarques y desembarques.
Solíamos ir a una playa que hay en el castillo de san Felipe, una pequeña cala a los pies del castillo. El agua era realmente fría, solo era realmente agradable cuando subía la marea en un día de sol y el agua se calentaba con las piedras.


Cuando coincidían las mareas mi padre preguntaba quien se apuntaba para ir a pescar. Mis hermanos y yo siempre estábamos dispuestos. Para ello usábamos el bote e íbamos a remo hasta la boya de la bocana de la ría. Allí mi padre fondeaba y empezaba a repartir los sedales con seis anzuelos para mi hermano mayor y con tres anzuelos para mi segundo hermano y para mi, enganchados en un corcho. Para que tuviéramos cuidado nos contaba lo importante que era no clavarse uno de ellos, señalando que habría que cortar. Eso nos tenía en alerta, nunca me ocurrió por la cuenta que me tenía. Después mis hermanos por ser mayores ponían la carnada, mi padre a mi no me dejaba, bueno también me daba un poco de grima. 😀
Mi padre permanecía observando y pendiente de nuestros movimientos, e indicando a cuantas brazas teníamos que largar y pegar un tirón al notar algún pequeño movimiento entre otras explicaciones.
En aquella época los mares eran generosos y fértiles estaban las aguas limpias, era sorprendente, sin ninguna experiencia te convertías en un pescador profesional. De cada lance los tres anzuelos llegaban llenos con los apreciados panchitos, era la época de ellos y mi padre lo sabía. Si solo íbamos nosotros, cogíamos medio cubo pero si venía el resto de la familia o amigos, cogíamos el cubo lleno. Después se repartía.

Hoy ya no se pueden pescar los panchitos, están en protección, como se suele decir "pequeñines no, hay que dejarlos crecer".
Eran otros tiempos donde no había vedas.
Así era una jornada de asueto veraniego donde disfrutábamos del mar mientra aprendíamos las técnicas de pesca, con paciencia y una sonrisa.

y ya al llegar la noche regresábamos a puerto, y nuevamente mi padre nos desembarcaba con el auxiliar, fondeaba y amaraba el Marisol.
Los ricos panchitos fritos, con cachelos y los pimientos de Padrón todo un manjar de dioses... 😋😃 nos esperaban al final del día, agotador.

lunes, 11 de junio de 2018

RELATO.: EL MOTOCARRO DE MI PADRE



 



Aquellos años 60 era todo una aventura, una de las ideas de mi padre fue construir un motocarro. Una especie de triciclo con una cabina cerrada.
Teníamos la suerte de vivir en un bajo y gozar de un patio. Mi padre tenía un panel con todas las herramientas muy bien estivadas, en un orden esmerado, un banco de carpintero y lo más importante su imaginación.
Empezó la fiebre de los motocarros y ahí se le encendió la bombilla y como trabajaba en la Bazán  podía conseguir piezas y construir a su antojo.
Las tardes de invierno se metía en aquel patio y entre juramentos y alegrías iba conformando su idea.
Cuando lo estaba montando encendió el motor y no era capaz de pararlo alertando a todo el vecindario con un estruendo ensordecedor y no paró hasta que agotó la gasolina.
 Doy fe que lo consiguió con un pequeño inconveniente, cuando ya lo tenía totalmente montado se olvido de las medidas y por más que lo intentó no salía por la puerta.
Vuelta para el patio y a desmontar el triciclo, no sin antes bufar, ante las risas de mi madre y el asombro de mis hermanos  y yo.
Tenía prisa en su confección pues más tarde nos contó, (otra de sus cabezonadas) que quería participar en una carrera de motocarros por todo Ferrol. Había apostado con un amigo que era capaz de hacer un triciclo como el de el.
No solo lo hizo que encima nos montó a todos en el y nos llevó a la carrera. Hoy eso sería motivo de imprudencia temeraria, pero es que eran otros tiempos.
Aquel motocarro también nos sirvió para disfrutar de las playas en verano, llevando a toda la familia, tíos, primos etc y por supuesto la abuela que iba delante con mi padre, unos tiempos inolvidables, entre aventuras e imprudencias.




El bajo es el que adjunto en la foto situado en la calle María en frente de la plaza de Amboage.



viernes, 1 de junio de 2018

JUGANDO CON DELFINES







Hoy estoy contenta
podré tener un verano
en contacto directo
con la naturaleza.
Pensaba que tenía
que estar escapada del sol
y con ello renunciar al mar,
pero hoy me dijo mi sirena salvadora
que puedo ir a jugar con los delfines
y pintar estrellas en el cielo.
Me pasearé por la orilla del mar,
me zambulliré en su inmensidad
y navegaré entre la espuma de las olas.
ya llegó la hora de susurrarle
a la luna un canto de libertad.

martes, 29 de mayo de 2018

LA VIDA ES UN VUELO

Llega la primavera y el árbol
altanero y desafiante
se viste para hacer sombra
a los campos, 
para reposo de caminantes,
recostar el cuerpo
y recuperar el sosiego 
en las canículas del verano.
El aire se llena de olor
a alfombras de flores, 
están de boda. 
Golondrinas, vencejos y patos 
todo el espacio se llena de vida. 
Desde mi ventana 
contemplo extasiada las acrobacias 
de estas graciosas y queridas aves,
que acarician mi mano 
en un arrebato de saludo. 
Mis amigas ya llegaron 
para alegrarme los cielos 
y recordarme que la vida es un vuelo.

viernes, 11 de mayo de 2018

NIEBLAS Y GRISES








El día frío, se cubre de grises

y me acerco a la orilla del mar.

Las olas baten su furia contra la arena,

llegó el temporal...

Las barcas fondeadas se mantienen a flote,

despacio regreso camino arriba,

entre farolas de luces tenues, 

vigilantes de la loche. 

Entre Nieblas y Grises...

jueves, 3 de mayo de 2018

RELATO: MI PADRE, LA LANCHA Y EL PATRÓN







Un motor Hundested de un solo cilindro funcionando como una máquina de coser
 https://www.facebook.com/174994002602884/videos/730749790360633/UzpfSTE0MjQwMDc3MjQ5NDIzMjoxNzE5ODEzODE0NzUyOTEy/


Este sonido me recuerda a algo, sin duda el barco de mi padre en el cual navegamos muchas veces por la ria de Ferrol. El sonido es único😀😂😂😂 retumbaba por todo el espacio y su inmensidad.
Mi padre trabajaba en la Bazán y era delineante, había perfeccionado y creado una pieza del motor y así se convirtió en inventor saliendo en la Voz de Galicia. Puedo asegurar que aquel barco cuando lo compró era una calamidad y una inseguridad te dejaba tirado en la primera cala. Pero mi padre era cabezón, lo desmanteló y perfeccionó las hélices y creó un pistón distinto. Lo cierto es que su tozudez funcionó y todos gozamos de la velocidad y la navegación deseada. Los domingos se retaba con el patrón de la lancha de San Felipe y la Palma un tal Pastor, lo recuerdo, un hombre moreno curtido por el sol, con una piel gruesa marcada por el salitre, una nariz prominente y una voz bronca que en nada se asemejaba a su carácter bonachón, aunque tenía que ser firme para manejar a tanta gente que utilizaba la lancha y nos acomodaba de forma que fuera más estable la navegación. En aquellos tiempos las lanchas eran un transporte perfecto para ir al trabajo y para los días de asueto y fiesta.
El Marisol, se llamaba el barco de mi padre, al final consiguió superar la navegación de la lancha y el patrón.