Que tristes quedaron los álamos,
los cipreses y manzanos
los del jardín pequeño,
con su arroyo, sus bancos
...y silencios
Escondido rincón de
de susurros y tinieblas
de pájaros nerviosos,
de mirlos, gorriones y gacelas.
Salvaje bosque,
jardín pequeño
eres el murmullo de mi conciencia
que en sueños te veía velado
por una niebla.
Que pequeña quedó la TIERRA
al besar tu salvaje cuerpo
de raíces perpetuas,
como si la vida
no fuera más que un tiempo
y la muerte no existiera.
Ojalá el SUEÑO
fuera una VIDA
y el despertar no naciera.
Viviera así por el tiempo
acariciada por tu presencia,
pues no quisiera haber visto
EL LLORAR
de tu conciencia.