NAVEGAR ENTRE PALABRAS

lunes, 11 de junio de 2018

RELATO.: EL MOTOCARRO DE MI PADRE



 



Aquellos años 60 era todo una aventura, una de las ideas de mi padre fue construir un motocarro. Una especie de triciclo con una cabina cerrada.
Teníamos la suerte de vivir en un bajo y gozar de un patio. Mi padre tenía un panel con todas las herramientas muy bien estivadas, en un orden esmerado, un banco de carpintero y lo más importante su imaginación.
Empezó la fiebre de los motocarros y ahí se le encendió la bombilla y como trabajaba en la Bazán  podía conseguir piezas y construir a su antojo.
Las tardes de invierno se metía en aquel patio y entre juramentos y alegrías iba conformando su idea.
Cuando lo estaba montando encendió el motor y no era capaz de pararlo alertando a todo el vecindario con un estruendo ensordecedor y no paró hasta que agotó la gasolina.
 Doy fe que lo consiguió con un pequeño inconveniente, cuando ya lo tenía totalmente montado se olvido de las medidas y por más que lo intentó no salía por la puerta.
Vuelta para el patio y a desmontar el triciclo, no sin antes bufar, ante las risas de mi madre y el asombro de mis hermanos  y yo.
Tenía prisa en su confección pues más tarde nos contó, (otra de sus cabezonadas) que quería participar en una carrera de motocarros por todo Ferrol. Había apostado con un amigo que era capaz de hacer un triciclo como el de el.
No solo lo hizo que encima nos montó a todos en el y nos llevó a la carrera. Hoy eso sería motivo de imprudencia temeraria, pero es que eran otros tiempos.
Aquel motocarro también nos sirvió para disfrutar de las playas en verano, llevando a toda la familia, tíos, primos etc y por supuesto la abuela que iba delante con mi padre, unos tiempos inolvidables, entre aventuras e imprudencias.




El bajo es el que adjunto en la foto situado en la calle María en frente de la plaza de Amboage.