NAVEGAR ENTRE PALABRAS

viernes, 7 de septiembre de 2018

RELATO: ACAMPADA EN CHANTEIRO



La imagen puede contener: nube, cielo, océano, playa, exterior, naturaleza y agua








Habían llegado las vacaciones de verano y nuestros padres habían decidido pasar el San Juan de acampada en la playa de Chanteiro. Solíamos ir muchas veces a esa playa, era un placer disfrutar de sus aguas aunque cuando había mar de fondo las olas eran considerables. Pero resultaban tranquilas porque aunque hubiera mar de fondo el mar nunca te arrastraba te devolvía a la playa y eso para los padres era una tranquilidad, aunque sin quitarnos la vista cuando estábamos en el agua. También tenía un pequeño riachuelo por el margen izquierdo donde podíamos jugar los más pequeños sin ningún problema y para que todo fuera perfecto un hermoso campo donde se podía acampar, con un manantial donde las libélulas de múltiples colores inundaban el espacio aéreo. Era una especie de jardín del edén, entre flores silvestres y una quietud celestial.

Cada familia llevaría su tienda y enseres necesarios y se portarían en el Marisol, unos irían en el barco y el resto iría hasta el castillo de la Palma en lancha y después caminarían por el pequeño y estrecho camino que bordea los acantilados hasta llegar a las baterías abandonadas por el ejército y continuar hasta llegar a la playa de Chanteiro entre los cabos de Segaño y Coitelada. 

Ese año el San Juan coincidía en sábado así que el viernes los preparativos tenían que estar dispuestos. Íbamos cuatro familias y un total de 19 miembros. Se zarparía la mañana de sábado para que diera tiempo a colocar las tiendas de campaña y recoger leña para hacer la hoguera. Nosotros éramos la familia más numerosa con lo que mi padre se había agenciado una tienda del ejército que utilizamos después, muchas veces . Para mis hermanos y para mi fue nuestra primera acampada. Entre la navegación por la ría de Ferrol y las acampadas vivíamos en una aventura llena de historias y libertad en un espacio limpio de contaminación. Lo que siempre escuchábamos fuera laboral o festivo eran las explosiones de las cantera, que años después ya viviendo en Coruña, me enteré que era una que había en Lavamou, en el monte de San Pedro, hoy un hermoso mirador. 

Ya estaba todo dispuesto y nos dirigimos al puerto muy temprano cargados con los enseres y empezaron a llegar los demás miembros depositando los bártulos en el muelle para embarcarlos en el Marisol. Ya todo listo unos se fueron a la lancha y otros nos embarcamos rumbo a alta mar. Era la primera vez que salíamos de la ría y le dábamos la vuelta al cabo y eso me producía un tanto de temor o respeto. El mar siempre era impredecible. La sensación de salir a alta mar fue impresionante unas olas largas e interminables daba la sensación de la inmensidad del océano. Una experiencia inolvidable que quedará en la mente para siempre. Salir por la bocana de la ría entre los acantilados en la pequeña embarcación nos hacía pequeños e indefensos. 

El desembarque fue un poco más complicado ya que ese día rompían las olas y llegar hasta la orilla era cuestión de cálculo y pericia. No sé como hacía mi padre pero siempre nos ponía al borde del colapso con sus intrépidas maniobras. Primero fondeó el Marisol y abarloó el bote para empezar el desembarco. En principio fuimos varios con alguno de los enseres para así ir ayudando a los otros que tenían menos movilidad y a su vez ir subiendo todo hasta el campo. Había que prestar atención a las olas rompientes para que no se colaran por la popa y así mojarnos enteros. Observábamos las olas y a partir de la más fuerte mi padre en un esfuerzo de remero lograba sortear las olas y depositarnos en la orilla, con la misma todos saltábamos a la arena y en el menor tiempo posible desembarcábamos todo el material. Así todas las veces hasta dejar el barco vacío. 

El Barco quedaba fondeado a resguardo de las olas para que no encallara contra las rocas. Una vez instalados se organizó la hoguera y la fiesta de San Juan comenzó entre sardinas, pan de brona, cantos y risas y como no, la famosa queimada con su conjuro y ya agotados y de remate el himno Gallego. Todo un aquelarre.