Ya llegó la primavera,
los árboles
que antes se nos antojaban
artríticos
y desnudos,
se visten de minúsculos brotes
dando color y luz a la vida.
Los campos se ensortijan de belleza.
En la plaza del pueblo
los cerezos
se engalanan
con su más bello traje
nos convidan
a sentarnos bajo el
parterre
y disfrutar de todo su esplendor.
Gozamos de la compañía
de las
golondrinas y vecinos
que nos comentan
sus vidas e historias,
sus
ansias
y la nostalgia de otros tiempos,
mezclado con sus alegrías
y
tristezas.
La vida del pueblo
me fascina
está llena de pasado,
presente y
futuro,
es un corazón
que late fuerte
llenándolo todo
de emociones.