descansan las gaviotas en el arrullo de la playa,
los barcos proclaman suspiros de amores
de historias de añoranzas
sujetas entre mamparos.
Salí a respirar el viento
olor a sal a aire fresco
y mientras su fuerza azotaba mi pecho,
a babor y estribor de proa a popa,
el barco se mecía como un veneno.
El hilo de la muerte nos unía a unos hierros
a milímetros de un infierno.
La vida parecía no existir
ante un mar en medio de la oscuridad.
Miradas entre cortadas y silencio...
con las esperanzas puestas en el horizonte
Las gaviotas aún soñolienta
formaron una estela aérea,
dirigiendo nuestras miradas
hacia una mancha más negra que la noche
la tierra esperanza visible.
Nuestras voces silenciadas
brotan tímidamente
en la mañana fría de temporal.