El pájaro ya no mira
al exterior de su jaula
de puertas y ventanas abiertas,
se ha olvidado de su canto
y sus álas no vuelan como antaño.
Ha perdido su tiempo
con esa primavera tardía,
de fríos y vientos,
de gorriones, golondrinas
y frutos en flor,
que despistados respiran el aire
sin reconocer su olor,
mientras el sol acaricia
la época estival.
Sus cuerpos despistados
no encuentran reconocimiento,
esperan en su jaula
con su puerta abierta
con su trino enmudecido
y sus alas abiertas...
¡Quien tuviera la libertad
para poder otorgar
y entregarse con la buena fe
del entendimiento,
hacer y decir
como decretos inscritos
en la piel,
el pecado de sus verdugos.
Quiero un camino sin fronteras
y sin banderas,
quiero soñar que mañana
seguirá brillando el sol,
como en una larga, larga primavera.