el movimiento veloz de estos
pequeños insectos,
que al llegar la época estival,
en nuestro tan merecido
ocio veraniego,
ELLAS
las moscas quisieran
recordarnos su molesta presencia.
A la hora de la siesta,
se vuelven tan perezosas
como nosotros
en un día de asueto,
encolerizando al más pacifico
de los mortales.
Las hay que no llegando
con sus cosquillas molestas
se introducen
en nuestros sentidos,
con un concierto peculiar
para mayor desesperación.
Están en todas partes,
preferentemente
en las cocinas,
siempre en busca de azucares
o de algún alimento.
Te vigilan en los pasillos y
entrada la noche
te vigilan
en el sueño.
Estos insectos ladrones
del descanso ajeno,
a veces hacen piruetas
dignas del mejor acróbata
de aviones.
Bajan empicado casi
rozando el rostro,
sintiendo
el aire de sus alas.
Las escucho con su cháchara
chismosa...
frotan sus patas
en espera de un nuevo festín.
Un día les prepararé
la MESA
con candelabros y flores,
como ya lo saben,
pasan ante mi con esa indiferencia
que las caracteriza.
Sinceramente esta MOSCA
MOSQUEA...