En la cultura Celta se celebra el cambio de año, la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre. Es la noche meiga, donde las hadas abren las cuevas y se casan con un mortal. Los espíritus se aproximan para conducir a los mortales hacia la vida eterna. En esta época del año, se celebra el magosto y los niños cuelgan calabazas con una vela en los caminos.
Una noche mágica donde espíritus, vampiros, meigas y druidas se reúnen en un Aquelarre.
Durante casi los seis meses de sombra las tardes de domingo nos reuníamos todos los primos en casa de mi tía Choncha. Habían comprado un televisor y los niños nos entreteníamos con los dibujos de Walt Disney. Se paralizaba toda actividad, hasta mi tío Emilio bajaba el volumen de su transistor donde seguía los partidos de la quiniela para que nosotros viéramos los programas tan esperados durante toda la semana. La casa gozaba de un calor de familia, las hermanas charlando, recordando y los primos jugando y correteando por toda la casa, mientas mi abuela sentada en un sillón miraba para toda su prole y se entretenía con la televisión, a los presentadores les devolvía el saludo y se acomodaba de forma correcta y pudoroso, (ella pensaba que la gente que allí salía la veía y la escuchaba .
Mi abuela era una abuela llena de amor, la vida la golpeó con la pérdida de una hija en una edad temprana y ya llegados los sesenta años su cabeza cada día desvariaba un poco más. El regalo que más le gustaba era un Chupa Chups, a mis hermanos Toni y Alex, los primos más pequeños, les robaba los caramelos, y se moría de risa. Era una niña más.
En aquella época todas las ciudades tenían problemas de abastecimiento
de agua, de tal forma que los grifos funcionaban varias horas al día, el resto lo teníamos en bañeras, cubos, ollas... Todo valía.
Un día mi madre echó en falta entre el tumulto de niños, a mi hermano Toni, el niño se fue al cuarto de baño y se puso a jugar con el agua de la bañera, de tal forma que resbaló y quedó con la cabeza dentro y con los pies pataleando. Sé que lo vi, pero no sé quién fue el que lo sacó. Lo que si sé es que llevamos el susto del año.
Estaba ahogándose fue tremendo, a partir de eso, todos estábamos pendiente con mil ojos.
Por difuntos nos reuníamos para celebrar el magosto, así se ponía mi abuela desde primeras horas de la mañana a pelar castañas. Después a medida que íbamos llegando a casa de mi tía Choncha, nos poníamos a pelar lo que considerábamos que íbamos a comer. Se compraban unos cinco kg, y se metían en una olla enorme. Cuando ya estaban cocidas mi abuela después de escurrirlas le añadía una copita de anís. ¡Estaban deliciosas!. Como no se podía beber agua, nos ponían una copita de anís, también bebíamos leche. Nos cogíamos un pequeño subidón , cosas de mi abuela. Al llegar la noche ya todos abrigados, los niños con sus verdugos y sus chaquetones polares, regresábamos a casa caminando desde la plaza de España hasta la plaza de Amboage. Llenos de alegría y agotados después de una ligera cena si fuera menester, nos caíamos rendidos en los brazos de Morfeo.
Hoy recuerdo aquellos tiempos donde la familia gozábamos del placer de disfrutar de las cosas sencillas que en aquellos tiempos nos daba la vida.
Feliz día de difuntos, feliz día de todos los santos. Hoy recordamos a los que están y a todos los que permanecen en nuestros corazones