Un día de finales de agosto, donde las últimas golondrinas dan piruetas en el aire empapándose de los suculentos insectos.
Pronta está la marcha. Para unas será su primer viaje y otras ya no volverán.
Con este azul inmenso el espíritu se relaja y sueña con un futuro lleno de color, de sonrisas perdidas, abrazos y montones de besos.
Volverán las golondrinas, como decía Adolfo Bécquer...
Y nosotros aquí seguiremos esperándolas año tras año.