Al ir pasando los años
cuando la vida aún es una
aventura
de proyectos,
en esas tardes grises
donde los cristales se
refrescan
de la canícula del verano,
y
los ires y venires
de los ociosos,
se relajan en tertulias
de café.
Uno se queda ensimismado
en sus pensamientos
y corre una aventura
al pasado.
Cuando el tiempo se hacía
interminable,
como si el reloj
núnca
marcara las doce.
Las lanchas
sin horarios previstos
iban y venían
atestadas de familias,
entonando dulces
canciones
a la luz de la luna.
Siempre había historias
donde los niños
exhaustos
del corretear,
entre los castillos
de San Felipe y la Palma
y
el otro más lejano
que requería un esfuerzo más.
San Jorge y San Cristóbal.
Hasta llegar
al monte de la cruz
y sentirse rodeado de universo.
Al regreso
los más pequeños
entornados los ojos
nos acariciaban
los oídos
de historias lejanas .
Al final del día
la ciudad se llenaba
de risas y alegría,
de saludos,
como si las fuerzas
nunca se extinguieran.
Una bolsa, un niño,
arenas, hierbas
en los bolsillos y algún que otro
insecto caprichoso
que entre tanta algarabía
hubiera desviado
su camino.
Nota: Lancha "Villa de la Graña".
Como se puede apreciar por su gran chimenea, esta embarcación era movida por máquina alternativa de vapor. En la foto se puede ver atracada al muelle de Coruxeiras (Ferrol) desde donde partía para hacer su ruta a diferentes horas del día desde éste muelle hasta el del Castillo de San Felipe.
Como se puede apreciar por su gran chimenea, esta embarcación era movida por máquina alternativa de vapor. En la foto se puede ver atracada al muelle de Coruxeiras (Ferrol) desde donde partía para hacer su ruta a diferentes horas del día desde éste muelle hasta el del Castillo de San Felipe.
La descripción de la lancha está sacada de O Recuncho do Couselo.
