Ya se tañen los hierros
y el rechinar de bestias articuladas,
nos despiertan en este
ver y otorgar.
Los tambores enmudecen
en el galopar de los sentidos.
¿Dónde están los muertos?,
¿en dónde está el vencido?.
Habrá perdido
quien no se haya redimido,
culpados e inculpados,
esparcidos sin sentido.
Vencedores de una explosión efímera,
de un galopar sin destino,
sin mayor explicación,
sin mayor descubrimiento,
que el de la vida y la muerte...