Estaba llegando a
su fin las
aventuras con el Marisol, las navegaciones y todo un mundo de sueños, de
aprendizajes y lo más importante, el amor al mar había calado en nuestras
pequeñas e infantiles cabezas. Pero aún nos faltaba disfrutar de una nueva
experiencia esquiar, sintiendo la velocidad debajo de tus pies y el viento en
la cara
Mis hermanos los mayores un día mientras mi padre trabajaba se les ocurrió
coger las llaves de la embarcación, por aquel entonces tendrían trece y once años. Estaban acostumbraron a hacer las maniobras de desatraque y
atraque, también sabían amarrar y todos los
pormenores de las maniobras y la navegación.
Parece ser que esto lo venían haciendo a menudo, iban con los amigos de la
pandilla de la plaza de Amboage (Ferrol). El ocio es muy ocioso y la
imaginación de la juventud vuela, así que me imagino que entre unos y otros
empezaron a sacar de la cabeza, primero se pasearon por toda la ría, hasta que
a alguien se le ocurrió coger la tapa del tambucho de proa, amararle un cabo y otro cabo para el esquiador, y
ambos cabos unidos al barco.
Mi padre había conseguido perfeccionar el motor y la hélice con lo que el
barco podía con un esquiador, la fiesta estaba servida. Eran un montón de
amigos, y me imagino que todos disfrutaron de la aventura a tope. Lo que no les
perdono es que se lo callaran y no me avisaran para poderlo disfrutar como
ellos.
Alguien del puerto los debió de ver y lo puso en conocimiento de mi padre
diciéndole que lo venían haciendo frecuentemente, y sobre la hora que dicho acontecimiento se
producía.. Mi padre no les dijo nada, sencillamente salió antes de la hora del
trabajo y pasó por el puerto. Se dirigió al muelle donde estaba la fábrica de
la Pysbe y ya los vio disfrutando y dando curvas elípticas por toda la
superficie marina de la ría.
Mi padre espero pacientemente
estático en la punta del muelle, hasta que mis hermanos lo vieron y rápidamente
recogieron el esquí y al esquiador y se dirigieron al punto de atraque o amarre
del puerto. Por aquel entonces no existían los pantalanes y las embarcaciones
se amarraban al noray o a unas argollas
que había por todo el puerto cada pocos metros o tramos, así todos los barcos
tenían su amarradero. El barco se fondeaba y se largaban cabos al muelle
ayudados por un pequeño bote o chalana, que era el auxiliar de la embarcación,
con la que sus tripulantes embarcaban y desembarcaban.
Mi padre ya estaba situado en el punto de amarre con una ligera sonrisa
escondida entre su bigote. Mis hermanos estaban muertos de miedo, mientras mi
padre permanecía estático sin pronunciar palabra. Mis hermanos estaban
acostumbrados a las órdenes del patrón pero en este caso mi padre permanecía
observando y dejando hacer las maniobras. Empezaron a desembarcar en grupos
hacia el muelle portando un cabo para el punto de amarre, así mientras uno iba
haciendo los nudos pertinentes para dejar bien amarrada la embarcación otro iba
terminando de hacer la maniobra del bote por medio de cabos, todo muy preciso.
Al fin consideraron que habían terminado la maniobra hasta que mi padre se dirigió
a mi hermano el mayor y le dije que tenía que afianzar un cabo, rápidamente lo
aseguró, A continuación cuando todos los tripulantes estaban en tierra
firme, mi padre les dio una palmada en
las espaldas de asentimiento por la buena maniobra realizada. A los amigos les
preguntó si lo habían pasado bien, cosa que afirmaron entre cortados y
temerosos. Mi padre solo les dijo que la próxima vez lo avisaran, porque podía
tener problemas con la guardia civil de puertos, y que él tendría mucho gusto
de llevarlos. Y regresaron por la calle San Francisco hacia la plaza de Amboage
entre charlas y bromas. Mi padre nunca nos reñía eso se lo dejaba a mi madre.
Como así fue. Cuando mi madre se enteró, puso el grito en el cielo con el
consiguiente castigo.
Pronto el barco de nuestras aventuras y nuestro despertar iba a formar
parte de la historia de nuestra infancia. Un punto final a los veranos por la
ría, entre cala y cala, aunque siempre permanecerá en nuestro corazón.
Autora: Mari Carmen Freire Romero.