Al silencio del medio día
todo en calma, durmientes sueños,
quietud espasmódica
y silencio de hojas muertas de otoño.
sobre la mesa los últimos residuos
de un festín cualquiera, cenicero,
copa de vino, y los camaradas de tertulia,
numerosos enanos de mis pensamientos.
Pasarán todos uno a uno,
con el número marcado en su frente,
sin ropajes que cubran sus semblantes,
pasado, presente, futuro...
Contemplando el ritmo y espacio
el témpano de hielo no se diluye,
en su madurez estática conserva
su dureza de invierno.
Tras la bola de cristal las musas,
deformadas por ideas continúas,
envueltas en velos de niebla
musas del silencio, vírgenes del tiempo.
Todo continúa con la tranquilidad
serena del invierno.
La vida se esconde entre las cuevas
en espera de un equinoccio más cálido.
La rutina de los días se hace sombra
en la tranquilidad del tiempo.
No hay sorpresa que sorprenda
en éste silencio que me llena.
Mi espíritu se revela ante tanta paz,
hola soledad mañana volverá a brillar el sol
cuando los brotes se hagan fuertes
y todo se inunde de primavera.
